viernes, 14 de noviembre de 2014

REALMENTE BENDECIDOS

Realmente bendecidos

Jueves, 6 de noviembre de 2014
Muchas veces caemos en la ilusión de que ser bendecido significa obtener lo que queremos o tener lo mejor de las cosas provechosas de este mundo.
Sin embargo, las personas pueden tener mucho dinero y cosas materiales y no ser felices. De hecho, a veces una riqueza material abundante puede ser una maldición para las personas. Siempre están preocupadas de cómo mantenerla, quién los persigue por tenerla, y si habrá suficiente para ellos y generaciones futuras. Por otro lado, hay personas que no tienen muchas posesiones materiales, pero parecen vivir una vida bendita.
La verdad es que somos maldecidos cuando no nos damos cuenta de que todo lo que ocurre en nuestra vida está ahí para llevarnos a un nivel espiritual más elevado. En otras palabras, cuando no nos hemos dado cuenta de que hay algo más allá del “yo”. Estar maldecido significa que de una manera u otra, estamos cegados y nuestra visión limitada nos está impidiendo conectarnos y vivir dentro del contexto de la película completa.

Karen Berg

sábado, 8 de noviembre de 2014

El regalo detrás de nuestros problemas


Martes, 4 de noviembre de 2014
Hay una historia kabbalística sobre un hombre al que se le puso a cargo de un reino mientras el rey estaba de viaje. Los consejeros del rey estaban tan celosos de este hombre que una tarde lo golpearon mientras cumplía con sus funciones en el palacio. Más tarde ese día, cuando el rey volvió y encontró que su amigo de confianza estaba golpeado y sangrando en el suelo, le preguntó: “¿Qué te pasó?”.
Y el hombre respondió: “¡Cuando te fuiste todos sintieron celos de mí y me golpearon!”.
“¿Cuántas veces te golpearon?”, preguntó el rey.
“Treinta y seis veces”, respondió el hombre.
Al escuchar esto, el rey tomó 36 monedas de oro y se las dio al hombre: una moneda de oro por cada vez que el hombre fue golpeado.
Cuando el hombre regresó a su casa estaba llorando. Cuando su esposa, confundida, le preguntó por qué lloraba, él respondió: “¿Por qué no me golpearon más?”.
El punto de esta parábola no es, Dios no lo quiera, que deberíamos pedir que nos golpeen. Pero la historia nos reta a ver nuestras dificultades desde una perspectiva diferente y apreciarlas por lo que realmente son: oportunidades para revelar más de nuestro potencial en este mundo. ¿Cuántos de nosotros realmente buscamos retos o situaciones incómodas porque las vemos como oportunidades doradas para cambiar o crecer nuestra conciencia o motivarnos a hacer más por nosotros y otros?
Lo que sea que esté ocurriendo en nuestra vida de hecho está ahí para llevarnos al siguiente nivel. Constantemente nuestra conciencia debe ser: No sé por qué tengo que tomar este camino, pero sí sé que este es el camino que va a hacer que al final mejoren las cosas.

Karen Berg